jueves, 2 de octubre de 2014

Lo religioso...

"El análisis es una función imposible -no sé si usted está al corriente- éste se ocupa muy especialmente de lo que no anda bien. Por eso, se ocupa de esa cosa que conviene llamar por su nombre: Lo Real."


                                                                                                                                            J. Lacan - “El triunfo de la religión”


Hablar de la cuestión religiosa siempre genera una suerte de incertidumbre difícil de transitar. Sobre todo si tenemos en cuenta aquello que, desde el psicoanálisis, intentamos articular dado los conceptos que Lacan nos ha aportado.
Me propongo, entonces, pensar a la religión desde la etimología de la palabra tal como se la entiende desde el latín. ‘Religión’ se expresa como ‘Religare’, que quiere decir re-ligar; establecer una relación, siempre causal, entre el sujeto y Dios.
Ahora bien, podemos preguntarnos qué quiere decir Dios, o bien, qué quiere decir un sujeto, pero estaríamos entrando en callejones que pueden dejarnos sin salida y desviándonos del propósito de la presente reflexión acerca de este tema.
Por este motivo, lo que vamos a decir como para comenzar a plantear el tema es que la relación que existe entre el sujeto y Dios es una relación basada en la verdad y en el sentido que, sobre la existencia, viene a aportar la religión.
En su entrevista acerca de por qué la religión triunfa y perdura en el tiempo, Lacan dice que “hay una cosa que hace que el mundo sea inmundo”. Hay una cosa sobre la cual el sujeto no posee un control sino que es una dimensión sobre la cual el sujeto es “victima”, una dimensión sobre la cual el sujeto padece y se establece en un vacío en el cual queda inserto.
Con esta dimensión nos referimos al registro de lo Real; un eje en el cual el sujeto se posiciona de una determinada manera en su estructura. Una dimensión que implica un goce mortífero pero que, sin embargo, al estar atravesado por la palabra se logra realizar una articulación que le permite decir algo al respecto y posicionarlo en una escena (fantasmática) que puede ser presentada ante el Otro (Dios).
Los psicoanalistas nos diferenciamos tajantemente de la cuestión religiosa ya que, como lo expresa Lacan en el escrito que mencionamos, nuestra práctica no se asemeja en nada a la práctica confesora del sacerdote.
La respuesta ante ésta afirmación implica que en la confesión el sujeto (sufriente) dice todo lo que sabe al sacerdote, comenta cuáles han sido sus pecados y los problemas que le conlleva su vida cotidiana.
La posición del analista se encuentra en un lugar totalmente opuesto a este ya que, en la situación analítica, el sujeto dice más de lo que sabe cuando enuncia. El analista está en una posición que implica un corrimiento de lugar en función de una verdad que no es la suya.
El analista trabaja en su práctica con la verdad y el saber del paciente y no es representante de una moral superior que lo determina en su ser, al mejor estilo panóptico.
Sin embargo, más allá de estas diferencias que hacen a la práctica diaria, Lacan viene a decir que la religión es aquello que logra perdurar en el tiempo y que posee un poder que se incrementa a medida que pasan las épocas.
El motivo de esta posición es el manejo que hace la religión sobre la verdad y el sentido. Dice Lacan: “Son capaces de dar sentido a cualquier cosa: un sentido a la vida humana, por ejemplo. Se formaron para eso; todo lo que es religión consiste en dar un sentido a las cosas que antes eran las cosas naturales”.
Lacan intenta decirnos que el motivo por el cual la religión viene a inventarse es justamente para eso; para que no puedan darse cuenta de aquello que no anda. De aquel Real que nos carcome y nos pone en jaque con respecto al sentido habitual que le damos a las cosas.
Es el lenguaje, en definitiva, el cuerpo que da cuerpo (de sentido) a ese Real. “Al principio era el verbo”; con el verbo Dios creó el mundo y dio un sentido, un orden, una verdad a todo aquello que estaba en estado de des-orden.
Con respecto a estas reflexiones que aparecen en la biblia, Lacan dice que cuando el verbo se encarna, las cosa comienzan a andar mal. Ya no se es absolutamente feliz y todo se encuentra devastado por el verbo.
Entonces, y para “concluir”, se puede pensar que la religión aparece para dar un sentido y generar un tapón al vacío que genera la propia existencia del hombre. Una verdad que viene a ser impuesta y, ante la cual, el sujeto se pone en una posición de esclavo.
Una posición de esclavo que le permite a un amo estar ahí, gozándolo y dándole un sostén, una palabra, un sentido y una forma (siempre imaginaria) a su nadería.