“Me estoy atando los zapatos, contento,
silbando, y de pronto la infelicidad. Pero esta vez te pesqué, angustia, te
sentí previa a
cualquier organización mental, al primer juicio de negación…”
‘Rayuela’, Julio Cortázar.
Cuando encontré
éstas líneas en el texto del maestro argentino pensé inmediatamente en el
aforismo lacaniano sobre la angustia que tanto nos gusta repetir a los
analistas, “la angustia no es sin objeto”. Más allá de la genialidad poética,
nos permite ir introduciéndonos en el campo al que queremos abordar con el
texto de Lacan.
Ciertamente hay
que hacer algunas puntualizaciones que abren la posibilidad de pensar al
concepto de la angustia como una de las claves de toda clínica analítica; es
decir, de toda posición que implica una escucha causante de dicho significante.
Que la angustia
no sea sin objeto quiere decir que el sujeto de nuestra lectura (podemos ir
usando ésta palabra en cambio de escucha, si se quiere) está atravesado, desde
el vamos, por la estructura del significante.
Estructura del
significante que plantea la idea de que hay una causa de dicho sujeto y de
dicha lectura. En éstas clases del
seminario que Lacan dictó sobre el concepto de la angustia, plantea que el
campo del Otro, ese lugar de existencia lógica que solo podemos aprehenderlo
vía el lenguaje y siempre como fallido, se encuentra allí desde el origen.
La idea radical
de Lacan en dichas clases es que la angustia posee un objeto que se presenta
como siendo causa. Marcando una
tajante diferencia con la idea de angustia como fenómeno que aparece ante
nuestros sentidos y que se dirige intencionalmente hacia un objeto tangible de
la realidad. Ya no se trata de eso.
Se trata de que
pensemos la angustia, término motor de nuestra práctica, como lo que se inventa
en el dispositivo y vía transferencia con la posición del analista. Claro está
que en esta instancia ya no hablamos de personas, individuos, emociones o
parámetros de salud mental sino de discursos que se crean y circulan en la
praxis que nos compete.
Lacan nos
invita a pensar que si el observador (el que lee/escucha) es el creador de la
realidad estamos ante la idea de que la angustia se crea vía la apuesta que
cada analista haga (fantasma mediante) de la cadena discursiva presente, ya que
no hay otra alternativa de que ello venga del futuro.
A continuación dejo la clase y debate al respecto..
Matías Spera