Hace algunos días pude oír una
frase que en la vida cotidiana suele repetirse al estilo de un juego que
encierra cierta paradoja; lo que puede provocar lo que a veces llamamos
“ilusiones” que nos entretienen bastante y hasta puede sonar desafiante. Un
ejemplo de ello sería preguntarse si primero vino el huevo o la gallina.
La frase dice así: “Si un árbol
cae en el medio del bosque pero no hay nadie que pueda escucharlo ¿hace
ruido?”.
Esta frase tan conocida por la
mayoría de la gente llevó a preguntarme
por qué el árbol no haría ruido si hablamos de materia y vibraciones en el
aire. Hasta ese momento la pregunta que me inquietó un poco había quedado en
stand by (como se suele decir). Sin embargo, leí una hipótesis que sostiene la
física cuántica que invita a pensar la propia realidad de las cosas; ésta
hipótesis reza que “el observador crea la realidad”. Es decir, que en función
de la posición del observador las cosas pueden ser diferentes dependiendo del
caso, incluso estar ante la posibilidad de que no existan.
Es un tipo de idea que viene a
romper con la física más clásica, es decir la de la causa y efecto. Se sostiene
que todo evento tiene una causa y que el desencadenamiento de los mismos tiene
una suerte de determinismo. Un ejemplo de ello sería que si a una persona le
sucede algo en el tiempo presente, podría ser por causas del pasado que han ido
desencadenando. Digamos que sería una física mas al estilo Newton, con cuerpos
separados que transfieren energías.
Ahora bien, en función de todo
ello pude pensar qué tenía que ver todo esto con el psicoanálisis y la posición
del analista.
Me resulta interesante el cambio
de paradigma propuesto por Lacan cuando sostiene ésta idea de que “el analista”
tiene que ver con un discurso; y ello me llevó a pensar que si pudiésemos
cambiar algunas palabras de la frase del árbol nos daría pié para arribar a una
clínica un tanto diferente a la propuesta por la psicología. Si, por ejemplo,
en lugar de hablar de “observador” pudiésemos hablar de un lector caeríamos en
la cuenta que la realidad la crea o modifica el que lee el discurso del
paciente que trae a la consulta su angustia y padeceres.
Si seguimos sosteniendo, al
estilo freudiano, que el inconsciente se des-cubre estaríamos “pisando el palito”
y cayendo en la trampa. En ese punto nos engañamos en la relación causa-efecto;
es decir, que creeríamos en la idea del trauma.
Hubo un evento (un hecho) que produjo una herida y al des-taparlo, el síntoma
cede. Bien freudiano, es una posibilidad.
En cambio si tomamos la propuesta
de Lacan podemos decir que las heridas se crean en el análisis. La palabra
tiene función creadora dijo el maestro francés en algún momento. Entonces,
cuando a un paciente no “se le ocurre nada” solemos pedirle que invente. Que pueda crear la realidad
ahí.
Para concluir éste breve
comentario sobre el tema, podemos pensar que al ser sujetos del lenguaje y atravesados
por lo que llamamos el significante; decimos que el sujeto al inventar ésa
realidad le da entidad solamente en función de su lector, es decir, el
analista. Por eso todos los analistas leen/escuchan diferentes realidad de (si
se quiere) un mismo sujeto.
Entonces, si partimos de la base
de que nuestra realidad es discursiva ¿existen las llamadas patologías o
estructuras por fuera de todo esto?
Al ser nuestra realidad
discursiva caí en la cuenta de que el árbol efectivamente hace ruido, porque
logra producir vibraciones en el aire. Lo que no puede producir nunca es “ruido
de un árbol cayéndose”.
MS.
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