lunes, 25 de junio de 2018

El discurrir de la Máquina infernal



Pienso en el título de éste texto que estoy pensando al mismo tiempo que produciéndolo, aun que  también creo que el ejercicio de pensar  nos lleva a suponer que ya es una producción, de algo al menos.
Cuestionaba la estructura capitalista preguntándome de qué se trata, sobre todo en los tiempos que corren que exigen “carreras” de todo tipo; carreras que, sin saber pero sabiéndolo, nos conducen al único lugar posible: la muerte, ser-para-la-muerte, parafraseando a Heidegger.
Fue una duda que surgió en función de un análisis que hice sobre el film “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin, donde vemos a su protagonista (el famoso “vagabundo” chapliniano) trabajando en una línea de montaje dentro de una fábrica de artefactos.
Durante la emisión de la película, me surgieron diversos llamados de atención que, creo, fueron los que el director quiso mostrar en su obra; tanto así que fue criticado y tildado de comunista por haber realizado una película que lance una crítica tan fuerte a la estructura capitalista.
Sin entrar en sumos detalles del film (ya que todo vale la pena resaltar), el autor pone el acento en cómo el discurso capitalista engloba todo el plano y fagocita al sujeto en cuestión. No solamente a nuestro simpático personaje que lo explicita mediante un giro cómico sino a un discurso que se ubica como estructura lenguajera que toma al sujeto y lo hace reventar, como dirá Lacan.
Algunas cosas que me llamaron la atención sobre dicha historia fue como nuestro protagonista no tenia tiempo ni para rascarse la nariz, ya que el rascado implicaba un paro en la línea de producción. Es muy importante el lugar que dicha estructura le da al tiempo, es algo que no se puede perder por nada, ya que de hacerlo, la maquinaria se detiene, y no hacer nada (según nuestro tiempo) es improductivo.
Por otro lado, llamó mi atención la forma en que los diversos personajes de la película interactúan entre sí; lo hacen siempre mediante máquinas (desde micrófonos, cámaras y hasta una máquina para que los empleados coman de forma sistemática sin perder el tiempo).
El interesante punto es que la película es muda, detalle que no me pareció trivial. Los únicos diálogos que hay son por indicaciones dentro del trabajo de producción y ensamble. Todo tiene que cuadrar y engarzar para que funcione.
Funcionar, engarzar, producir, correr, ensamblar, efectivo, eficaz. Todos significantes que, pensé en ese momento, utilizamos casi a diario. En ese momento se me ocurrieron frases que suelo escuchar a diario, en el consultorio como fuera de él: “el tratamiento debe ser efectivo, debe funcionar”, “el tiempo es dinero”, “la familia es dis-funcional, está ensamblada”.
Podría enumerar muchas más pero me quedé con las que mas me llevaron a cuestionar el lenguaje que nos toma y, en función de ello, nos goza; es decir, con el que gozamos a diario.
Ahora bien, ¿qué quiere decir todo eso?: No lo sé, son frases, significantes que, como dirá Lacan, por sí solos no significan nada. Es decir, todo fantasma neurótico, todo fantasma que produce (otra vez esa palabra) un goce sin el cual no podríamos vivir pero que, paradoja mediante, nos conduce a la muerte.
¿Qué sentido tiene? Ninguno, el goce no sirve para nada, pero sin él seria vano el universo nos dice el maestro francés. Nuestra paradoja neurótica es que la muerta nos da el sentido de la vida, y en ese interín es donde se juega el deseo del sujeto.
Servir. Un significante bastante curioso e interesante; viene ligado a la misma estructura infernal. Sea lo que sea, tiene que servir para algo, aun que la respuesta mas rápida podría ser: Para gozar.
El capitalismo es uno de los discursos propuestos por Lacan y viene ligado a la dinámica que existe entre el Amo y el esclavo hegeliano, esa relación en principio dual, especular. Son dos los que interactúan y lo que se genera es una producción de Saber y una falta. Si el esclavo no supiese algo, al menos, no serviría a dicha dinámica.
En ese intervalo nace lo que Marx denomina una “plusvalía”, que luego Lacan tomará para pensar su plus-de-gozar. Esto quiere decir que entre el capitalista y la paga por la fuerza de trabajo hay algo que se pierde por un lado, pero se gana por el otro. Un sobrante que se re-incorpora a la estructura.
En nuestra historia, hay un punto de quiebre; y es en el momento en que nuestro protagonista se enamora; por supuesto, porque amar es dar lo que no se tiene. Su voz, y no por nada Chaplin rompe con dicha estructura y (mientras baila) canta por primera vez en el cine, le dona aquello que no tiene, su falta que se suma a la relación. Que si bien dijimos que era dual, también podemos pensar que es triangular, ya que la presencia del Otro es desde donde el discurso aparece, se discurre algo.
Aun que la pregunta seguía siendo ¿para qué?, se me iban despejando un poco las ideas, o complejizando. Aristóteles sostenía que el fin último era la felicidad, el bien último, el fundamento era ese ideal de felicidad.
Quizá no estaba errado en plantearlo así, ya que el discurso capitalista viene en un intento por obturar dicha falta y proponer un objeto (imaginario) que se ubique ahí. Aunque no computa el hecho de que siempre la Cosa falla y el mercado debe generarse constantemente para sostenerse (“Si tenés tal cosa vas a ser feliz”,etc.).
Por último, me quedé pensando en el principio de la película con una frase que resume y expone a toda la idea de la obra: “TIEMPOS MODERNOS; una historia sobre la industria, la iniciativa individual y la cruzada humana en búsqueda de la felicidad”.

Matías Spera

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